Al
establecerse una relación cliente-proveedor, el punto de partida y cierre de los
acuerdos lo constituye el contrato. En él se concretan los intereses de ambas
partes por establecer una relación de negocios y se establecen, en firme, los
compromisos bilaterales.
Según esta perspectiva, el contrato se convierte
en el principal instrumento de negociación para ambas partes; manifiesta las
necesidades ofertas, aptitudes, capacidades y experiencia de los contratantes, y
detalla las expectativas implícitas y explícitas de cada una de las partes.
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